Esta carta se la enviaba también a la RFEN para que todos los que habían hecho algo por ella estuviesen de alguna manera recompensados... así de grande tiene el corazón...
Os la copio y pego para que la leáis y podáis disfrutar de ella también. A tí María, de nuevo gracias...
"Ejem, ejem... Por suerte no tengo que leéroslo yo misma...
Si estuviésemos en el cine en la claqueta pondría toma 12 o así... Una vez más tiro de perseverancia para terminar de sacar las palabras que me gustaría saliesen de las puntas de mis dedos, guiadas por mi corazón, o razón, o lo que quiera que tenga que salir.
Me embarga la emoción con la cantidad de mensajes de cariño y aprecio que me habéis escrito y dicho. Por agradecerme ser como soy y haber hecho lo que me gustaba durante toda mi vida... ¿Qué mérito puede tener eso? Yo creo más en la justicia que en la suerte, pero he tenido tanta suerte que tengo mis dudas sobre el tema.
He tenido la suerte de nacer en una familia increíblemente peculiar por lo normal que es, una familia en la que todo el mundo se quiere y te quiere, y en la que se acepta a cualquiera que llegue de fuera en el momento en que entra por la puerta o que alguno habla de esa persona a la familia.
He tenido la suerte de que mis hermanas mayores quisieran nadar, y que me llevaran a la piscina, y descubrir ese mundo silencioso y azul en el que no te caías, en el que podías volar y caminar al revés. Nadar espalda metiendo la cabeza en el agua para ver cómo se acercaba la pared, o verlo todo al revés me encantaba, y bucear, y ver a todos los demás desde el fondo de la piscina de El Candado, a 4 metros de la superficie. Feliz. Lo único que he hecho ha sido ser feliz, tal vez es eso lo que os ha gustado de mí, no sé.
He tenido la suerte de ir conociendo a gente que me ha ayudado en el camino, a gente a la que he podido ayudar y con la que he compartido los buenos momentos, pero sobre todo he aprendido a superar los “malos” gracias a tener siempre alguien al lado, no físicamente, sino anímicamente, o simplemente pensando en ellos. La lista es demasiado larga, todos sabéis que recibís ese guiño, pero, por si hubiese duda, me gustaría que Arturo se diese por aludido. Por su coherencia, su manera de afrontar con entereza aquello que a mi me superaba, y supongo que la posibilidad de dar mi punto de vista diferente y práctico sobre las cosas que a él le superan.
He tenido la suerte de estar con los mejores técnicos y de todos he aprendido. Todos han sido muy generosos, y me han transmitido su cariño, su confianza y su agradecimiento por haberme preparado. ¿Es eso normal? ¿No seré yo la que tiene que dar las gracias? Antonio, brindando lo que él veía como un diamante a su amigo Fernando, porque él no tenía los medios necesarios. Fernando, padre de 30 hijos cada año. Guti, siempre optimista, comprensivo y divertido. Alberto y el Moro, aceptándome como una italiana más, tratando de hacerme recuperar la confianza en mí misma. Paulus, con su pasión “desproporcionada” por la natación, que por fin tiene premio. Joan, con su forma distinta de formar parte de este mundo, que me descubrió su afecto años antes de entrenar con él. Jordi, la fugacidad de lo que hubiese querido que durara. Eva, la confianza, el carácter, la sinceridad. Y Juan, el perseguidor de sueños, la bondad al servicio de sus Guepards, el transmisor del amor por la natación. Es justo lo que hubiese elegido para mi carrera deportiva si hubiese podido hacerlo cuando empecé. Así hubiese escrito mi historia. Podría haber añadido alguna medalla olímpica, pero la soñé tanto que no me pesa no haberlo vivido finalmente.
He tenido mucha suerte. Perseguir sueños es precioso, poder alcanzar algunos fantástico, compartirlo con todos es lo mejor que me ha podido pasar. Siempre me he sentido una privilegiada, por poder hacer lo que me gustaba, hacerlo bien, y vivir de ello. Pero esta semana, recibiendo todos los mensajes (escritos o no) que he recibido, siento que no lo valoré suficiente, llegaba más lejos de lo que podía imaginar (y tengo buena imaginación). Empieza una etapa nueva que no tiene porqué cerrar la anterior, porque forma parte de mí. La natación es parte de mi forma de ser, de mi carácter. Doy lo que recibo, así que todos aquellos que me habéis agradecido, felicitado, halagado... recibid esos mismos agradecimientos, felicitaciones y halagos, porque soy como me “habéis hecho”.
He tenido suerte, porque sentir el agua cada día, superarme cada día, aprender algo cada día, eso suma. Ser acuática me apasiona, y es de las cosas que sí me da miedo perder por no ser más una nadadora de alta competición, pero confío en recuperar algunas de esas sensaciones cada vez que me tire a una piscina. La superación no estaba sólo en las marcas; estaba en luchar al día siguiente, en darte una pereza mortal levantarte a las 6 para entrenar y pensar en que si todos mis compañeros pensaban lo mismo Fernando iba a estar solo en la piscina, y seguro que no le sentaba bien; en “fracasar” en el resultado pero aprender de tu fracaso; en apoyarte en los compañeros para hacerlo y apoyarlos para aprender de los suyos. En fin, en conocerte un poco más y ser capaz de convivir contigo misma.
No quiero alargarme mucho, con la cantidad de veces que he empezado este escrito (en el avión de ida, en el de vuelta, en la habitación del hotel, que terminó convirtiéndose en una “despedida de oveja”, y “x” veces en casa), creo que puedo plantearme lo del libro. Y a juzgar por la cantidad de personas que me queréis y habéis demostrado vuestro cariño tendría bastantes lectores. Además, aún me queda la “despedida para el homenaje del club”.
Si estuviésemos en el cine en la claqueta pondría toma 12 o así... Una vez más tiro de perseverancia para terminar de sacar las palabras que me gustaría saliesen de las puntas de mis dedos, guiadas por mi corazón, o razón, o lo que quiera que tenga que salir.
Me embarga la emoción con la cantidad de mensajes de cariño y aprecio que me habéis escrito y dicho. Por agradecerme ser como soy y haber hecho lo que me gustaba durante toda mi vida... ¿Qué mérito puede tener eso? Yo creo más en la justicia que en la suerte, pero he tenido tanta suerte que tengo mis dudas sobre el tema.
He tenido la suerte de nacer en una familia increíblemente peculiar por lo normal que es, una familia en la que todo el mundo se quiere y te quiere, y en la que se acepta a cualquiera que llegue de fuera en el momento en que entra por la puerta o que alguno habla de esa persona a la familia.
He tenido la suerte de que mis hermanas mayores quisieran nadar, y que me llevaran a la piscina, y descubrir ese mundo silencioso y azul en el que no te caías, en el que podías volar y caminar al revés. Nadar espalda metiendo la cabeza en el agua para ver cómo se acercaba la pared, o verlo todo al revés me encantaba, y bucear, y ver a todos los demás desde el fondo de la piscina de El Candado, a 4 metros de la superficie. Feliz. Lo único que he hecho ha sido ser feliz, tal vez es eso lo que os ha gustado de mí, no sé.
He tenido la suerte de ir conociendo a gente que me ha ayudado en el camino, a gente a la que he podido ayudar y con la que he compartido los buenos momentos, pero sobre todo he aprendido a superar los “malos” gracias a tener siempre alguien al lado, no físicamente, sino anímicamente, o simplemente pensando en ellos. La lista es demasiado larga, todos sabéis que recibís ese guiño, pero, por si hubiese duda, me gustaría que Arturo se diese por aludido. Por su coherencia, su manera de afrontar con entereza aquello que a mi me superaba, y supongo que la posibilidad de dar mi punto de vista diferente y práctico sobre las cosas que a él le superan.
He tenido la suerte de estar con los mejores técnicos y de todos he aprendido. Todos han sido muy generosos, y me han transmitido su cariño, su confianza y su agradecimiento por haberme preparado. ¿Es eso normal? ¿No seré yo la que tiene que dar las gracias? Antonio, brindando lo que él veía como un diamante a su amigo Fernando, porque él no tenía los medios necesarios. Fernando, padre de 30 hijos cada año. Guti, siempre optimista, comprensivo y divertido. Alberto y el Moro, aceptándome como una italiana más, tratando de hacerme recuperar la confianza en mí misma. Paulus, con su pasión “desproporcionada” por la natación, que por fin tiene premio. Joan, con su forma distinta de formar parte de este mundo, que me descubrió su afecto años antes de entrenar con él. Jordi, la fugacidad de lo que hubiese querido que durara. Eva, la confianza, el carácter, la sinceridad. Y Juan, el perseguidor de sueños, la bondad al servicio de sus Guepards, el transmisor del amor por la natación. Es justo lo que hubiese elegido para mi carrera deportiva si hubiese podido hacerlo cuando empecé. Así hubiese escrito mi historia. Podría haber añadido alguna medalla olímpica, pero la soñé tanto que no me pesa no haberlo vivido finalmente.
He tenido mucha suerte. Perseguir sueños es precioso, poder alcanzar algunos fantástico, compartirlo con todos es lo mejor que me ha podido pasar. Siempre me he sentido una privilegiada, por poder hacer lo que me gustaba, hacerlo bien, y vivir de ello. Pero esta semana, recibiendo todos los mensajes (escritos o no) que he recibido, siento que no lo valoré suficiente, llegaba más lejos de lo que podía imaginar (y tengo buena imaginación). Empieza una etapa nueva que no tiene porqué cerrar la anterior, porque forma parte de mí. La natación es parte de mi forma de ser, de mi carácter. Doy lo que recibo, así que todos aquellos que me habéis agradecido, felicitado, halagado... recibid esos mismos agradecimientos, felicitaciones y halagos, porque soy como me “habéis hecho”.
He tenido suerte, porque sentir el agua cada día, superarme cada día, aprender algo cada día, eso suma. Ser acuática me apasiona, y es de las cosas que sí me da miedo perder por no ser más una nadadora de alta competición, pero confío en recuperar algunas de esas sensaciones cada vez que me tire a una piscina. La superación no estaba sólo en las marcas; estaba en luchar al día siguiente, en darte una pereza mortal levantarte a las 6 para entrenar y pensar en que si todos mis compañeros pensaban lo mismo Fernando iba a estar solo en la piscina, y seguro que no le sentaba bien; en “fracasar” en el resultado pero aprender de tu fracaso; en apoyarte en los compañeros para hacerlo y apoyarlos para aprender de los suyos. En fin, en conocerte un poco más y ser capaz de convivir contigo misma.
No quiero alargarme mucho, con la cantidad de veces que he empezado este escrito (en el avión de ida, en el de vuelta, en la habitación del hotel, que terminó convirtiéndose en una “despedida de oveja”, y “x” veces en casa), creo que puedo plantearme lo del libro. Y a juzgar por la cantidad de personas que me queréis y habéis demostrado vuestro cariño tendría bastantes lectores. Además, aún me queda la “despedida para el homenaje del club”.
Escribir me hace llorar a veces, pero si hubiese tenido que leer estas palabras hubiésemos llorado todos. En Palma no tuve que hablar y ya fue lacrimógeno (es que en la familia somos muy de llorar de alegría, o emoción), esta mañana en la Comisión Delegada de la RFEN ya me he emocionado sin preparar nada, pues en enero puede ser...
¿Qué más puedo añadir? Que tengo mucha suerte de tener pasado y de tener futuro, pero sobre todo de saber que el camino hacia el futuro lo haré siempre en buena compañía.
¿Qué más puedo añadir? Que tengo mucha suerte de tener pasado y de tener futuro, pero sobre todo de saber que el camino hacia el futuro lo haré siempre en buena compañía.
Gracias a TODOS. Os quiero". M.P.
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